Jugar la Superficie
Imagínate, que una tarde al salir del colegio, llegas a un lugar y te encuentras una gran pizarra negra en el suelo con un montón de tizas y plantillas blancas … y que esta vez, estás invitado a dibujar sobre ella ...
La primera sesión de jugar el espacio la hicimos en el exterior, en un espacio al aire libre con luz natural.
Nos situamos aquí porque queríamos provocar un juego dinámico delimitando una gran área de movimiento invitando a sumar límites simbólicos con tizas y diferentes plantillas .
No introdujimos en el juego ningún elemento que hiciera de límite físico.
Era un espacio para compartir, en el que la gran escala del área respecto al cuerpo y su ocupación invitaba a un juego “ hacia afuera”.
A compartir, a recorrer, a saltar, a dibujar desde el movimiento, a respetar los límites a compartir juego, espacio y normas.
Elegimos dos colores, opuestos y simbólicos. Queríamos bajar las pizarras al suelo y sacar nuestras baldosas a la calle en un intento de domesticar las calles, de apropiarnos del espacio público para jugar seguros y aprender jugando.
La escena planteada: plantillas de baldosas, tizas y una gran superficie. El juego; ocurrió.
Ocurrió que el dibujo iba creciendo, que entraron descalzos y que tuvieron mucho cuidado de no pisarse unos a otros, este juego de no pisar los dibujos derivó a una rayuela infinita, a dibujar el recorrido mientras se movían o a quedarse con una parte del gran dibujo y sentarse a jugar en su tablero recién inventado.
Jugar a pisar, dibujar nuestros caminos para recorrerlos, o dibujarlos mientras caminamos.
Hubo varios resultados intermedios de esta gran obra “blanco sobre negro” colaborativa.
Casi al final de la sesión, introdujimos una cuerda blanca y al cambiar el punto de atención y empezar a jugar en otro plano. Los pies ahora atentos de sortear este nuevo elemento empezaron a desdibujar todo aquello.