JUGUETORÍA

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La Regadera. Jugar el suelo

EQUIPO

Propuesta: Javier Abad y Ángeles Ruiz de Velasco

Colaboración: Ana Abad, Tatiana Álvarez, Hannah Arnanz y Javier Cameo. (Estudiantes de Grado de Diseño de la Facultad de Bellas Artes, UCM).

Comisariado: Sara San Gregorio de Lucas para “ La Regadera” de Medialab-Prado

RELATO DE LA EXPERIENCIA

El proyecto “De la tierra al cielo” requirió de un amplio despliegue de recursos personales y materiales para el montaje de la instalación del espacio de juego. Todo empezó a prepararse a partir de las once de la mañana, pues un análisis tan detallado de la propuesta se traducía en horas de preparación con ahínco y compromiso por parte de los profesionales que la plantearon.

La sesión comenzó a las 16:30 horas y fue realmente sorprendente observar el resultado de esta intervención en el espacio de LAB 0 de Medialab-Prado con dos grandes huecos a doble altura y una propuesta dividida en dos espacios para el juego libre, ambos enmarcados en un suelo especular: uno de los espacios con torres de cajas sobre una retícula y el otro lleno de cintas largas que unían uno de los huecos con ese suelo especular para dar forma concreta al itinerario “De la tierra al cielo”.

Esperábamos muchxs niñxs y por ello colocamos sillas en los laterales para que las personas adultas pudiéramos observar desde los límites de la propuesta y, tal como explicó Ange al inicio de la sesión a los asistentes, cada participante organizó su espacio atendiendo a esta consigna: “las adultas debemos acompañar el juego, que no es lo mismo que jugar. Hemos de estar atentas y disponibles a lo que los niñxs soliciten, respetando su espacio y su proyecto de juego”. A partir de estas palabras, las personas adultas comenzamos a elegir nuestro lugar: hubo quienes demandadas por sus peques bajaron al nivel del suelo para afianzar la seguridad en un espacio desconocido, hubo quienes permanecieron en las sillas con una mirada atenta al escenario de juego, hubo quienes se sumergieron en el escenario y, por supuesto, hubo transiciones de emociones que vinieron acompañadas del significado e intención de cada acción y movimiento. Todo cambia...

Esto es algo que experimentamos en esta sesión y que permaneció a lo largo de las siguientes: el valor de la mutabilidad es uno de los regalos que nos hacen las propuestas de La Regadera. Espacios cambiantes debido a la constante interacción con lxs peques.

Con esta premisa, iniciamos el juego. Jugaron a introducirse lentamente en el espacio, a ver algo parecido a su reflejo mientras andaban, a construir torres con las cajas, a intentar superar su altura con las mismas, a mantenerlas en equilibrio, a destruirlas de un manotazo inundados de energía... Las cajas comenzaron a abrirse y descubrieron pequeñas sorpresas, poco a poco entraban en el espacio de las cintas, pasaban entre ellas, las tocaban, llegaban con la mirada hasta el techo, empezaron nuevos juegos.

Como en todos los espacios de encuentro, se sucedieron los conflictos, otra fuente inagotable de aprendizaje y conocimiento. El primero de ellos sucedió cuando el juego de uno de los niños consistió en derribar todas las torres de cajas que encontró a su paso y entre otras circunstancias no previstas que generó, golpeó con una caja a una niña pequeña que aún no andaba. Ocurrió justo después de que se insistiera en acoger todas las acciones de juego tal y como sucedieran desde las premisas ofrecidas en el inicio.

Gracias a esta experiencia, una vez finalizada la sesión, las personas adultas creamos un círculo para escuchar a Ángeles Ruíz de Velasco y Javier Abad sobre su trabajo con esta propuesta concreta. Aprovechamos para intercambiar, entre todas, sensaciones sobre el transcurso de la sesión y hablar sobre aspectos clave que surgieron en el durante: los conflictos, la no intervención por parte de las adultas, las pautas introductorias a la sesión, la protección dentro de los espacios de juego, la dinámica de juego en los grupos abiertos frente a los grupos cerrados, las familias y su papel como figuras de referencia en los grupos abiertos, el vínculo y la relación en grupos abiertos, el respeto al juego de lxs otrxs o la complejidad del juego con niñxs en diferentes edades y etapas evolutivas.

Llegamos a consensuar que el llamamiento a la “no intervención” precisaba de ser matizado, ya que en un contexto en el que lxs niñxs no se conocen entre ellxs, ni conocen al equipo del taller, las adultas de referencia son principalmente las familias y, por tanto, son las que deben proponer y gestionar los límites. Quizás, con esta premisa, habíamos interferido en su papel sin querer. La diferencia entre relación (precisa de una permanencia  y se construye en la continuidad) y encuentro se manifestaba claramente en esta ocasión y lo tomamos muy en cuenta como tema a reflexionar y profundizar.

“De la tierra al cielo. Raíces y Alas” fue una experiencia lúdica y de vida en relación, espectacular en la propuesta, completa en el juego y muy necesaria en el aprendizaje a través de la gestión de los pequeños conflictos que surgen habitualmente en cualquier contexto humano que es necesario reconocer y aceptar para seguir creciendo en las siguientes sesiones.

Grabamos el audio de la reunión o puesta en común entre el equipo y las familias al final de la sesión y las opiniones recogidas en el formulario de evaluación están presentes en el texto.

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